En una noche oscura entre 2 rateros de medellin, me obligaron a entregar mi celular... Me robaron el Celular, fue lo que dije despues que se fueron... :S .... A quien pueda interesar mi nuevo numero es: 3006525477 (Kleper)
En estos días estuve trabajando en la SIU. Me sorprendió que allí el tiempo rindiese tanto, que el trabajo se hiciese tan liviano. Me pregunté por qué.
Con completa naturalidad Gloria Molina dio la explicación: se debe al silencio. Eso me alegró, que un silencio así rodee a nuestros
investigadores, que salga de ese espacio como si fuera aire.
Y pensé inquieto: el ruido se está metiendo en la ciudad de los
universitarios. Pero cómo, me pregunté, precisamente aquí, donde uno viene a aprender a callar para poder oír, con un silencio que deja hablar primero al otro.
Lo que nos pasa es grave: sin silencio no hay preguntas ni magisterio ni experimentación. Sin silencio no es posible cultivar las disciplinas.
De golpe casi hay que gritar para que a uno lo oigan. Pedir que le presten a uno atención es inútil, siempre hay alguien que vocifera. De la noche a la mañana casi resulta imposible ponerse a estudiar.
No es poca cosa lo que estamos perdiendo. Ahora que abogamos por más espacio, parece que no nos damos cuenta que el modo de conservar el que tenemos, es conquistando en él su silencio.
Un espacio académico sin silencio se vuelve estéril. El ruido es el desierto de la palabra, el hueco que la devora, la sequía que la ahoga y amordaza.
Hay que recuperar ese silencio si queremos que este mundo se mantenga. La garantía de que el mando sordo no se apodere de él está en velar por el silencio pensativo que guarda.
¿Qué nos está pasando? Este ruido es un frenesí, un vértigo. ¡Qué gritería sin dirección!, parece una desesperación contenida, una terrible epidemia.
Es un ruido que sale de dentro y se apodera de todos. Lo irónico es que brota al lado de la biblioteca. Eso me parece un absurdo, ¡que eso suceda en el alma de la universidad!
En momentos así: ¡cuánto tendríamos por aprender de los sordo mudos que hablan palabras con los dedos sin perturbar!
El silencio es la tierra de la que brota la palabra. El silencio es palabra de acogida, acogida que damos a todas las palabras.
La palabra silencio llama el silencio de la palabra,. El silencio da palabra, pule las que importan para que no vuelvan caprichosas o mortíferas.
Es hora de pensar en eso, nos estamos volviendo gritones, si la voz de la universidad aspira acoger todas las voces hay que hacer que callen los altavoces.
Alcanzo a decirlo con estas palabras que el silencio me da. Pido que vuelvan a él para poder oírlas.
Si queremos que nuestra ciudad universitaria nos acoja, empecemos por hacer un minuto de silencio o más bien, esparcir minutos de silencio por todas las horas.
Invocación al silencio. El nuestro está hecho de todas aquellas palabras, que a lo largo del tiempo, han brotado de corazones parcos en su sabiduría.
Señor de los bulliciosos: apártate de nosotros. Deja que nos habite ese pequeño dios inteligente que se pone a estudiar.
Carlos Vásquez
Profesor Instituto de filosofía